jueves, 4 de febrero de 2010

Contrastación empírica

En toda ciencia, para hacer un estudio concluyente se deben comparar los datos con un grupo de control. Es decir, para ver realmente el efecto que ha tenido cierta actuación económica ha de compararse con el efecto que habría tenido de haberse cometido otra actuación distinta.

Esto se hace, sobre todo, para estudiar las relaciones causa-efecto.

Podría yo, por ejemplo, cantar “imagine” de John Lennon, justo antes de salir de casa, y comprobar que justo después se pone a llover. Es la lógica comparativa, que nos dice que aunque no hubiera cantado hubiera llovido igualmente, lo que nos dice que el haber cantado no tiene nada que ver con la lluvia (lógicamente).

Pero en economía es más difícil que todo eso (y en cualquier ciencia).

Generalmente, lo que se quiere comparar son las actuaciones políticas, decir si son buenas o malas, si han sido positivas o negativas. Y para ello, hay tres posibles comparaciones:

- Comparación extrema: Esto es comparar como estaría ahora la economía (número de parados, crecimiento del PIB, etc), con y sin actuaciones políticas. Si el paro es de cuatro millones, pero los estudios dicen que sin las medidas políticas serian de cinco millones, entonces la actuación política ha ayudado a un millón de potenciales parados. Los americanos hicieron esta comparación (el gobierno de Obama) y le llovieron criticas por todos lados.

- Comparación de máximo: Esto lo que hace es comparar la diferencia entre la economía real, y la que tendríamos si las actuaciones políticas hubieran sido las más óptimas. Esta aunque pueda parecer la mejor (muestra los fallos cometidos), es muy irreal, por que hay muchas políticas que aunque sobre el papel son muy buenas, en la práctica generan mucho disconformismo.

- Comparación política: Esta compara la situación real, con la situación que tendríamos con las medidas que hubieran tomado los otros partidos políticos. Lo que compara esta, no es si un partido es bueno o malo, ni si sus actuaciones han sido positivas o no, sino si al menos es el mejor de los posibles gobiernos, dados los que tenemos.

Obviamente, para comparar todo esto, sólo disponemos de la situación real, y de la virtualización o modelización de la economía bajo las bases supuestas (no actuación, actuación optima, y actuación del contrario). Esto también tiene sus fallos (de ahí las criticas de los americanos).

Pero aun así, aunque sea un elemento muy rudimentario, creo que debe tener la información suficiente como para poder clasificar unas políticas económicas de “buenas” o “malas”, aunque sea mínimamente.

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