domingo, 31 de enero de 2010

Sistema quimico -> Sistema bioquimico

La ciencia económica está viva, y en proceso de maduración,  y ha recorrido un proceso de revoluciones filosóficas y de base científica hasta llegar hasta hoy.

Así, en 1776 con “la riqueza de las naciones”, comenzaría una de las primeras síntesis económicas, que daría paso a su revolución como ciencia independiente, con sus objetivos y campos de estudio individualizados y especializados.

A finales del siglo XIX, la revolución marginalista comenzaba a cambiar una ciencia basada en los pensamientos y escritos al plano matemático y del análisis de mercados y del comportamiento, que desemboco en el paradigma neoclásico.

Apenas 50 años después, la crisis de los años 30 trajo consigo el auge de la teoría de Keynes y su macroeconomía, la forma de ver el sistema social como un agregado, y no sólo como la interacción entre individuos. Durante todo el siglo ha ido evolucionando sobre diferentes áreas económicas, propagando una visión agregada de un sistema complejo, definiendo conceptos y comportamientos agregados, y soportando crisis, problemas y soluciones.

Una cuarta fase de revolución está surgiendo en el plano económico, una derivación de toda la ciencia en pos del estudio de otras áreas mucho más especializadas, como las instituciones, la empresa, la globalización, y dentro de escuelas prácticas propias, el monetarismo, el institucionalismo, el historicismo, la economía ambiental…

Sin embargo, aun tiene que suceder la gran revolución que cambie la forma en que vemos el mundo económico.

Hoy por hoy, la macroeconomía puede compararse como el estudio de la química. Se establece, no sin cierta razón, que mientras el comportamiento de un individuo no puede predecirse o estudiarse, el comportamiento de los agregados o sociedades si. En química se hace algo parecido, si bien el comportamiento de una partícula (como su velocidad o su dirección) dentro de un cubo lleno de gas no puede llegar a saberse, el comportamiento del conjunto si sigue patrones que nos permiten interactuar con los elementos.

Ahora bien, el pensamiento económico tiene que virar su punto de vista. El sistema económico no es simple, y el nivel de interacciones entre los propios individuos ha crecido de forma exponencial. Los mercados ya no sólo dependen de comportamientos individuales fuertemente desligados entre si, y el sistema económico, de tener que compararse con algún otro, sería con un sistema vivo, un sistema celular.

La bioquímica por tanto sería el siguiente camino, comenzar a desarrollar aspectos sobre el comportamiento regional, celular, y luego, cuando comprendamos y tengamos bien definidos todos los conceptos e ideas del sistema, empezar a estudiar los agregados, órganos, y los sistemas, y finalmente, el organismo social que todos construimos.

sábado, 30 de enero de 2010

2º punto de la realidad social: No existen los imposibles.



Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible.

Si bien es cierto que sigue existiendo gente que le achaca a la realidad comportamientos místicos que no pueden realmente existir, existo un cierto convenio entre lo que puede y no puede ocurrir físicamente en el mundo.

Un elefante no puede convertirse, de golpe, en un ratón. Una mesa de cuatro patas no tiene cinco. Un ser humano es una entidad viviente con limitaciones. El mundo gira alrededor del sol…

En economía pasa lo mismo, pero muchos de los aspectos no quieren verse como hechos, sino como problemas a resolver.

Históricamente, la percepción que tenemos del sistema social y económico es de progreso. Un campesino de la edad media no podría quizás llegarse a imaginar las cosas que podría haber conseguido y la vida que habría vivido si hubiera nacido en un mundo occidental.

Quizás es por eso por lo que, hoy por hoy, todo aquello que deseáramos como posible no se ve como algo inalcanzable, sólo perteneciente al mundo de los sueños, si no como un problema que sólo es cuestión de tiempo resolver. Pero eso es erróneo.

Tampoco hay que negar, que la economía trata sobre los deseos. Se puede definir a la ciencia económica como la ciencia que estudia la forma de satisfacer unas necesidades ilimitadas con unos recursos limitados, y el funcionamiento del sistema que permite su satisfacción.

Los científicos también tienen deseos que satisfacer, y por eso, quizás, una parte de la ciencia económica no sólo esta plagada de deseos como objeto de estudio, sino también de deseos como tendencia creativa en la propia ciencia normativa de la economía.

Esto no es, per se, malo. Los problemas se resuelven por que se quieren resolver. Pero tiene incentivos a intentar crear sistemas y soluciones a problemas que aun no se comprenden bien.

No se puede resolver un sistema que no se entiende.

Y a veces, las soluciones, son peores que los propios problemas.

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viernes, 29 de enero de 2010

1º punto de la realidad social: Todos somos diferentes.




Es una de las primeras causas, provista por la naturaleza, que determina mucha de las problemáticas en materia económica y social.

Todos tenemos particularidades, biológicas, físicas y psíquicas, tanto las que nos diferencian como las que nos hacen comparativamente peores o mejores.

A menudo he visto como otras personas eran mejor que yo en todo, lo cual no es necesariamente malo cuando sabes lidiar con ello. La envidia positiva es la que mantiene en nuestros deseos la capacidad de esforzarnos para no quedarnos atrás.

En la sociedad no existe la determinación de una asignación Pareto eficiente, gracias a Dios, ya que si un Dios fuera microeconomista y paretiano, probamente no habría permitida muchas existencias (me incluyo), y sólo habría dejado a aquellas personas que, por sus diferentes cualidades, no podían ser comparadas.

Un argumento positivo es decir que tenemos cuasi infinitas cualidades, por lo que en realidad, no nos pueden comparar de alguna manera. Si, existe alguien más listo, más guapo, más bueno, más sincero, más todo. Pero yo sé hacer macramé, y el no.

Esto es un hecho innegable de la sociedad, y puede que sea injusto, y de hecho lo es, pero es todo lo que tenemos.

Ahora bien, como sociedad, ¿Cómo podemos contrarrestar este hecho?

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miércoles, 27 de enero de 2010

El FMI propone una bajada de los salarios (reales) como solución para la crisis.

Las teorías liberales salen a jugar en el campo de las prácticas políticas sin tener en cuenta las características particulares de los países ni sus problemáticas.

Estamos asistiendo a una situación n la que Europa comienza a despotricar sobre España (y Grecia y Portugal) como si fueran los malos jinetes del Apocalipsis. Poco importa la solidaridad o el entendimiento entre países, para ellos, que la crisis no haya pasado en los países del sur es signo de semi-herejía para la manutención y estabilidad de la Unión Europea.

Os imagináis a Aragón u otras comunidades que ya ven (muy ligeramente) cierta luz en el final del túnel, criticando a otras comunidades que aun las están pasando (comparativamente más) putas. Sería absurdo, y un ejercicio de irresponsabilidad política y social bestial.

Pero los sectores más liberales alemanes se lanzan en picado a echar balones fuera y plagar sus artículos en lo mal que les están yendo al resto de países, con el acostumbrado tono despectivo con el que nos llaman (PIGS).

Las soluciones que nos traen, como la del FMI se basan en la liberalización del sistema laboral, pero no en cuestiones positivas que mejoren el propio sistema laboral, sino simples y llanas: Bajar los salarios reales.

Según sus teorías, esto hará a las empresas contratar a más trabajadores, que producirán más, por el mismo precio, es decir, aumentará la productividad, y el nivel de empleo.

Una de las razones que podemos tener en contra (únicamente por la vía económica), es que la mayor parte del consumo y la renta disponible se basa en los salarios (y no en la totalidad de la renta, ya que en general las rentas del capital, una tercera parte del total, suelen derivarse a ahorros y posteriores inversiones). Así que si bajas los salarios reales, habría que ver si bajaría, o no la demanda total y el consumo final (por mucho que aumentes los trabajadores).

Por otro lado, nada te asegura que una disminución de los salarios aumente el número de empleados. Las empresas ahora mismo no producen no por una crisis de oferta, no es que les hagan falta trabajadores pero no puedan pagarlos por que los salarios son altos. Lo que pasa es que no hay una demanda suficiente como para que la producción les salga rentable.

Si, es un pez que se muerde la cola, y hay que atajarlo por alguna parte, pero la disminución de salarios no es la solución, o al menos no la correcta.

EL flujo crediticio es el elemento que falta en la composición actual, y de la que nadie sigue hablando por que es un tema tabú entre cualquier debate económico. No se quiso hablar cuando los bancos empezaban a cerrarse, no se tuvo más remedio cuando cayeron en efecto dominó, pero mientras la crisis financiera sigue en pie los analistas populares solo hablan de tasas de paro, malas prácticas políticas y soluciones matemáticas para un problemas que es más sencillo, pero menos aceptable. No hay dinero. No hay flujo sanguíneo del sistema.

Y con la deuda privada que tenemos (mucho mayor que la pública de la que todos se cansan de hablar), lo tenemos crudo.

domingo, 17 de enero de 2010

La visión positiva del estado

Aunque el nombre pueda llevar a engaño, la visión positiva del estado es una visión económica relativamente contraria a la visión idealizada del sector público como organismo económicamente positivo. Irónico ¿Verdad?

Para entender a que nos referimos cuando decimos “visión positiva” debemos atender a su versión más filosófica del termino, provista por Augusto Comte, que también fue uno de los padres de la sociología.

La visión positivista, al contrario de la normativa, atiende a “lo que es”, y no a “lo que debe ser”.

Pues bien, en economía se suele emplear mucho estos dos términos en los ámbitos de actuación pública.

El sector público es aquel que puede actuar de forma consciente en la economía (con cierto peso económico, los consumidores también son conscientes, pero su individualidad les hace ser una parte ínfima del grupo). Por ello es muy importante atender a la ciencia desde el punto de vista normativo (como queremos que sea la economía) y positivo (como funciona la economía), para que el gobierno pueda actuar de la mejor manera posible.

La visión normativa introduce una formulación más matemática del sector. Esta “matematización” no hay que verla como una abstracción ilógica, sino como una ayuda a comprender términos como el dominio de mercado por parte de los monopolios (que deberán ser regulados), cuestiones de información imperfecta, la mejor provisión de bienes públicos o el correcto ajuste de problemas sociales y externalidades como la contaminación (por poner los ejemplos más comunes y estudiados.

Obviamente, el estado no es una función matemática, pero si cumple una función esencial en la economía que ha de ser mesurada y analizada.

Ahora bien, la escuela de Chicago, positivista, con autores americanos de corte más liberal salieron pronto al ámbito económico con críticas permisibles sobre la argumentación normativa, pero algo hipócritas en mi opinión.

En general, su hipótesis básica es que el estado, al no ser una entidad independiente formada por seres neutros, sino por seres humanos, tendrá incentivos propios fuera del propio bienestar de la población.  Es decir, su argumento es que el estado tendrá individuos que por su propia condición de personas individuales que buscan su propio beneficio crearan ineficiencias en todo el sistema público, gracias a su situación de poder.

En cierto modo no les falta razón, de ahí que diga que entiendo su punto de vista. Algunos miembros del sistema político se benefician de sus cargos, y parte de la burbuja inmobiliaria ha surgido por estos beneficios, que fomentaban todo tipo de ineficiencias sobre el suelo y las viviendas.

Ahora bien, si admiten que las personas pueden, a través de la búsqueda de su propio beneficio, crear ineficiencias en el sistema. Si admiten que el hecho de seguir el propio interés puede condicionar negativamente a la economía, no sé porque no admiten entonces que la simple búsqueda del propio interés por parte de todos los individuos, consumidores y empresarios, puede no llevar al óptimo.

Porque realmente el estado no es más que una unión de ciudadanos, de igual forma que las empresas, o las asociaciones de consumidores, a mayor escala por supuesto.

¿Es que acaso hay que diferenciar entre las diferentes búsquedas de interés, según nos convengan?  ¿Por qué defienden el sistema liberal bajo condiciones de mercado competitivo, información perfecta y ausencia de monopolios, e introducen todos esos efectos en el sistema público? ¿Es que acaso los problemas de ineficiencia en la economía sólo actúan en el sector público? ¿O es que acaso no queremos que exista, independientemente de cómo “sea” la economía?

jueves, 7 de enero de 2010

El mercado de divisas, el dolar y la inflación

Las expectativas son importantes, enormemente importantes en economía. Determinan una previsión económica que apoyan o detraen a la misma recuperación económica.

Desde que cobran importancia en los análisis económicos existen variables relativamente destacables en los informes como el indicador de confianza del consumidor, confianza en la industria, sentimiento económico… que nos informan del lado más social de la economía, del más psicológico.


Además de las expectativas futuras, existen otros elementos sociológicos como la propia visión estructural, no futura, sino presente. Mientras que las expectativas nos informan sobre en que momento del tiempo es mejor actuar (invertir, comprar, vender, ahorrar…), la visión estructural nos informa de donde actuar (en que país invertir, bajo que moneda comprar…).

Mientras que al inicio de la crisis, donde los Estados Unidos se vieron muy deteriorados por el comienzo y la explosión de la burbuja, el dólar se depreció con respecto al euro, ahora está pasando todo lo contrario, aunque los cambios puedan parecer pequeños, las tendencias son claras, incluso en el mercado de futuros, el dólar tiende a subir y el euro a bajar.

A nivel del consumidor todavía no es verdaderamente importante, la globalización permite que la compra directa internacional se vaya ampliando, pero son las empresas las que deben preocuparse por este hecho. Ahora mismo, comprar en EEUU sale cada vez más caro.

Se debería incentivar por tanto el consumo interno, y los estadounidenses deberían aumentar sus importaciones con respecto a la zona euro, (que al contrario, se les abarata cada vez más).

Si bien hace poco, antes de la crisis, se discutía bajo que moneda iría China a intercambiar el petróleo, el debate no pasa de meros vaivenes especulativos. El hecho de que se aprecie el dólar hace que el precio del petróleo en Europa, bajo el euro, pueda subir más de lo normal.

Y el petróleo domina cualquier actividad económica y determina el nivel de inflación.

Pros: Si aumenta la inflación, pueden aumentar los tipos de interés sin que la iniciativa empresarial se vea muy afectada. Los ahorros pueden recibir mayores rentabilidades. Se fomenta la demanda interna y la recuperación económica.

Contras: Los efectos monetarios tienen pocos resultados positivos para los menos afortunados. La renta real cae, y bajo el contexto de recuperación económica, unido a unos planes económicos que van a empezar a desparecer en toda Europa, puede recrudecer el contexto en el que nos movamos.

El problema es que todo esto recae en lo que iniciaba el propio texto, las expectativas. De momento no hay un repunte en el precio del petróleo, y el dólar no ha subido el 10% que algunos vaticinan. Pero estas propias expectativas afianzan aun más el que el dólar tienda a subir, ya que como va a ser un “valor seguro” muchos se animaran en su compra-inversión.

Lo cierto es que una Europa cada vez más desunida no ayuda demasiado.

lunes, 4 de enero de 2010

El ahorro y sus efectos en la crisis.

La crisis aminora la renta disponible por el hecho de reducir la producción. Se crea un bucle constante en el que por el propio descenso de la renta disponible, baja la demanda de consumo (podemos comprar menos), y esto conlleva a perdidas para las empresas que tienen que despedir o reducir plantilla, con el correspondiente nuevo descenso en la renta disponible agregada.

La crisis golpea al muelle, y este se encarga de ir bajando solo las escaleras. Sin embargo, existe otro efecto que perjudica seriamente el desenvolvimiento de este bucle, la demanda agregada y la producción: El incremento del ahorro.
El hecho de que no solo demandemos menos por el hecho de tener menos dinero, sino por que lo ahorramos, conlleva a la propagación de la crisis aun por aquellos que no se ven afectados.

El miedo a perder el empleo, la visión de futuro, o el cese de la inversión y la acumulación de dinero sin finalidad conlleva a que se dinero se estanque y no pueda impulsar o frenar los problemas que ya todos conocemos.
Los políticos nos instaban a los que no hemos sufrido tanto la crisis a apoyar a la sociedad consumiendo, no más, sino de igual forma, para intentar paliar este efecto.

El problema no es moco de pavo. En primer lugar, las políticas fiscales y las subvenciones, van a tener efectos sociales como la constante manutención de los más desfavorecidos, pero va a tener escasos efectos más tarde cuando, más allá de el mínimo, toda ayuda estatal o de renta va a ser destinada al ahorro.
En cierto modo, aunque esto es discutible por muchos, el gasto público directo en inversión o consumo es lo que mayor efecto tiene como impacto social. Esto incrementa la deuda si, pero no se ve tan desfavorecido por el efecto ahorro.

El ahorro no sería ningún problema si los bancos dieran créditos. Un aumento del ahorro significaría un aumento de la liquidez bancaria y un descenso de los tipos de interés que permitiría a los empresarios llevar a cabo la recuperación económica. No sería un problema, y por ello el ahorro no se suele tener en cuenta, en condiciones normales. Pero en esta crisis parece que los bancos no sueltan prenda, o la empresarialidad española no tiene ganas ni expectativas suficientes como para aprovechar ese incremento del ahorro.

Por otro lado, ese ahorro aparecerá más tarde. Cuando la crisis desaparezca, o empiece a hacerlo, las familias comenzaran a destinar parte de lo ahorrado a mayor consumo, y se generará un pequeño boom (el problema es su tamaño) que afectará positivamente a la recuperación. Este boom no aparecerá hasta que la recuperación ya sea algo palpable, cuando las familias tengan la seguridad de que no van a necesitar (tanto) lo ahorrado.
Ahora bien, los tipos de interés están  bajos y el ahorro tiene poca rentabilidad y la inflación hace que ese dinero pierda valor. Si ahorro 100 euros no es lo mismo gastarlo al año siguiente a los tres años por que los precios de los bienes pueden subir y mermar nuestra capacidad adquisitiva.
La relación que exista entre la inflación y la recuperación económica, y el tiempo que tarden estos ahorros en aparecer de nuevo por el sistema determinaran si hemos perdido mucho o poco dinero.

viernes, 1 de enero de 2010

Feliz 2010

Feliz 2010 a todos mis lectores.

Este año debe estar cargado de cambios y nuevas perspectivas, de nuevos caminos y decisiones. Espero que se cumplan todos vuestros deseos y paseis un buen año.